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Juegos del lenguaje

Actualizado: 30 jun

Para entender por qué los valores tradicionales que solían sostener nuestras sociedades occidentales han ido desmoronándose, solemos mirar hacia dos grandes cambios que ocurrieron en la segunda mitad del siglo XX. Por un lado, está la llegada del capitalismo tardío, con su cultura de consumo, tecnología avanzada e información abundante. Por otro lado, está lo que llamamos el "giro lingüístico". En el ámbito del discurso, hemos dejado de lado los principios lógicos clásicos, como la identidad y la no contradicción, para adoptar un enfoque más persuasivo. Ahora, lo importante no es tanto la verdad lógica de una afirmación, sino convencer a nuestro interlocutor de que esa afirmación es válida dentro de ciertas reglas del juego del lenguaje.


El filósofo Wittgenstein nos ayuda a entender esto con su idea de que los juegos del lenguaje, donde las frases son acciones que solo tienen sentido dentro de esta esfera específica, el significado surge del contexto, no de definiciones abstractas. Así que no aprendemos el significado de las palabras por su definición, sino por cómo las usamos en la práctica del lenguaje. Este enfoque se aplica no solo al lenguaje cotidiano, sino también a disciplinas como la historia o la psiquiatría, donde el juego del lenguaje determina cómo entendemos y tratamos los problemas.


Hablando de psiquiatría, vemos cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo. Antes, se justificaban diferentes terapias para legitimarla como una ciencia médica. Pero con el tiempo, especialmente con la declaración de los Derechos Humanos, las reglas del juego cambiaron. Surgieron nuevos enfoques terapéuticos y la atención se centró más en la subjetividad del paciente.


En el ámbito filosófico, pensadores como Bergson nos instan a mirar más allá de las estructuras fijas y los fundamentos sólidos. Él nos invita a considerar la intuición y la duración como formas de comprender la realidad, en lugar de limitarnos al análisis y los conceptos estáticos.


Y luego está la ética. Aquí, Wittgenstein nos recuerda que la ética es algo que trasciende el lenguaje y las proposiciones. Es una aspiración del espíritu que no puede ser plenamente expresada con palabras. Nos enfrentamos a la tarea de crear sentido en un mundo sin fundamentos objetivos, lo que nos lleva a una ética basada en la responsabilidad y el respeto por la diversidad.


En resumen, estamos en un momento donde las viejas estructuras y valores están siendo cuestionados. La ética, la filosofía y las ciencias sociales nos invitan a adoptar una perspectiva más abierta, donde el significado y la verdad son fluidos y cambiantes. En este paisaje de constante movimiento, nuestra interpretación del mundo y de la cura se dirige hacia un lugar desconocido, pero lleno de posibilidades.





A continuación el texto completo:


La muerte no es ningún acontecimiento de la vida. La muerte no se vive. Si por eternidad se entiende no una duración temporal infinita, sino la intemporalidad, entonces vive eternamente quien vive en el presente. Wittgenstein. Tractatus

Para explicar el derrumbe de los antiguos valores que fundaron y dieron consistencia a las comunidades occidentales y sus discursos, se suele recurrir a dos procesos ocurridos durante la segunda mitad del siglo XX. Por un lado el advenimiento del capitalismo tardío que caracteriza a la sociedad de consumo, informatizada y de tecnología sofisticada, y por otro lado el giro lingüístico. En el orden discursivo se reemplazan los principios lógicos de identidad, de no contradicción, de exclusión y de razón suficiente, por el principio retórico según el cual se trata de convencer a los destinatarios de la verdad de un enunciado, a fin de que éstos lo acepten como válido, respetando ciertas reglas de juego del lenguaje.

En su Tractatus logico-philosophicus, Wittgenstein (1889-1951), afirma que en un juego del lenguaje una frase representa una acción, la cual perdería todo su sentido fuera de este juego. Entonces, las diferentes situaciones en una partida, determinan qué movimientos son justos, posibles o necesarios. La función del juego del lenguaje es otorgar significado a la frase, es decir que el sentido aparece en un contexto concreto. No aprendemos el sentido de las palabras que utilizamos a partir de los conceptos que ellas definen, sino a través de la práctica del lenguaje. Existen múltiples juegos del lenguaje. La historia, como disciplina, puede ser considerada un juego de lenguaje, al igual que la psiquiatría o el psicoanálisis. Las disciplinas psi por ejemplo, requieren de un lenguaje en común, una koiné, para entenderse y abordar lo patológico. En este sentido, el diagnóstico remite al agrupamiento de los distintos síntomas en cuadros nosológicos cuya finalidad es la de comprender, abordar y curar. Las maneras de comprender la locura, es decir, la variedad de interpretaciones y tratamientos utilizados para la recuperación del paciente, se incluyen en los juegos del lenguaje de cada contexto social, que a su vez se van modificando de acuerdo a la variación de las reglas de juego que cada época impone. El diagnostico psiquiátrico que hoy utilizamos en nuestra práctica, es un constructo social de los médicos en su afán de monopolizar el saber sobre la locura e incluir a la psiquiatría en el juego del lenguaje de la ciencia. Hasta la década del ´50 el uso de las diferentes terapias quedaba justificado por la necesidad de legitimar a la psiquiatría como rama de las ciencias médicas. De allí que la psiquiatría agrupó, clasificó y generalizó cuadros patológicos haciendo “un esfuerzo por quitar la singularidad del sujeto y comprender el cuadro clínico como entidad que tiene una historia. A partir de aquí se pudo introducir la estadística en la medicina y particularmente en la psiquiatría para ubicarse como ciencia” . Preocupados por el devenir de la disciplina como rama de la ciencia, los psiquiatras utilizaron la violencia física y simbólica. El cerebro de los pacientes quedaba al servicio de las más violentas prácticas psiquiátricas (lobotomía, terapias de electroshock, inyecciones de leche, de insulina, etc.).

Con la declaración de los DDHH y el Movimiento de Salud Mental se modifican las reglas del juego. El descubrimiento de los psicofármacos y sus efectos sobre el sistema nervioso central, junto con la inclusión de otros profesionales de la salud mental en el dispositivo de tratamiento (los psicólogos, terapistas ocupacionales, enfermeras, asistentes sociales y psicopedagogas) generaron un cambio en la mirada clínica del psiquiatra y en el abordaje terapéutico. En nuestro país, el hospital José Esteves de Lomas de Zamora a principios de los años ´70, desarrolló un proyecto piloto de comunidades terapéuticas en el cual la mirada estaba puesta no ya en lo biológico sino en cuestiones psíquicas, vinculares y socioeconómicas. La subjetividad pasa a ocupar un lugar central en el abordaje clínico y los pacientes comienzan a ser escuchados e integrados. La sociedad exige el cumplimiento de ciertas reglas para sostener el lazo social. Participar del juego del lenguaje social, desde el punto de vista jurídico, es una norma general excluyente. Con la estabilización, el paciente retorna al juego del discurso lógico razonable.

Para Henri Bergson (1859-1941), “toda nuestra civilización, descansa sobre cierto número de ideas generales cuyo contenido conocemos adecuadamente, puesto que lo hemos hecho, y cuyo valor es eminente, puesto que no podríamos vivir sin ellas. La creencia en la realidad absoluta de las Ideas en general, tal vez incluso en su divinidad, proviene en parte de eso” . En su libro El Pensamiento y lo Moviente, dice que es la vida social la que nos ha predestinado a ver el cambio y el movimiento como meros accidentes y a erigir la inmutabilidad e inmovilidad en soportes del lenguaje. Un concepto extraído del objeto no tiene peso, de allí que surgirán una multiplicidad de sistemas diferentes, tantos como puntos de vista sobre la realidad que se examina. La diversidad de puntos de vista, “divide a la filosofía en escuelas distintas, cada una de las cuales retiene su lugar, elige sus fichas, e inicia con las otras una partida que no terminará jamás” . Sin embargo, la filosofía no consiste en escoger entre conceptos y tomar partido por una escuela, sino en buscar una intuición única desde donde se desciende a su vez a los diversos conceptos, ya que uno se ha colocado por encima de las divisiones de escuela. Se desembocará entonces, según la pendiente que escoja, en la unidad o en la multiplicidad, o en uno cualquiera de los conceptos a través de los cuales se intenta definir la vida moviente. Pensar consiste habitualmente en ir de los conceptos a las cosas, y no de las cosas a los conceptos; de allí que el trabajo de la inteligencia no sea un trabajo desinteresado, es decir que no apuntamos a conocer por conocer, sino a conocer por un partido a tomar, un provecho a sacar, en fin, un interés a satisfacer. Estas actitudes son direcciones conceptuales de nuestro pensamiento, y en esto consiste el análisis, en la aplicación de los conceptos a las cosas, en orientar el pensamiento en cierta dirección o punto de vista. Entonces, los conceptos o esquemas en los que desemboca el análisis son inmóviles e inmutables durante el tiempo en que se los considera, y esto es así porque la ciencia tiene necesidad, para su propio desarrollo, de una base de operaciones sólida, pero querer penetrar con los conceptos hasta la naturaleza íntima de las cosas es aplicar a la movilidad de lo real un método que está hecho para entregar puntos de vista inmóviles. Bergson profundizó en otro método de conocimiento que consiste en situarse en el objeto mismo mediante un esfuerzo de intuición; mientras el análisis opera sobre lo inmóvil, la intuición se sitúa en la movilidad o duración y reconoce lo real, lo vivido, lo concreto, por el hecho de que es la variabilidad misma. De la intuición se puede pasar al análisis pero no del análisis a la intuición. La intuición de nuestra duración, muy lejos de dejarnos suspendidos en el vacío como hace el puro análisis, nos pone en contacto con toda una continuidad de duraciones. En esto consiste el filosofar, en invertir la dirección habitual del trabajo del pensamiento.

En referencia a la psicología, Bergson dijo que como las demás ciencias, procede mediante análisis y no descubre en la persona más que estados psicológicos. Sobre el terreno en el que se coloca el psicólogo, el “yo” sólo es un signo. El error es creer que permaneciendo en ese terreno podría encontrarse detrás de la palabra una cosa. “Por más que yuxtapongan los estados a los estados, multipliquen los contactos, exploren sus intersticios, el yo se les escapa siempre, de modo que acaban por no ver en él más que un vano fantasma” . Sigmund Freud (1856-1939), consideró que la filosofía estaba en el mismo plano que la religión, resultando de ello un obstáculo epistemológico y un freno para el desarrollo del conocimiento científico. En este sentido, el rechazo de Freud a las ideas de Bergson fue manifiesto. Nerio Rojas (1890-1971), médico santiagueño y hermano del célebre escritor Ricardo Rojas, tuvo la posibilidad de conocer al maestro vienés en 1930, y comentó en un artículo publicado en el diario La Nación, el desacuerdo que manifestó Freud ante su comentario sobre los puntos de coincidencia que había encontrado entre su obra y la del filósofo francés : “Él es filósofo y yo soy médico; Bergson es defensor del libre albedrío y yo soy determinista; él propone la intuición, y yo la experiencia; él ignora el predominio de las tendencias en la forma estudiada por mí mismo” Ahora bien, las ciencias sociales han encontrado siempre problemas para la aplicación del método hipotético-deductivo, porque su objeto de estudio remite al dilema subjetividad-objetividad, el peso de lo ideológico, la ética, la apertura del lenguaje, etc., que requieren ir más allá del método científico.



Ética hermenéutica

Un mismo texto admite infinito número de interpretaciones…No hay ningún hecho en sí. Lo que sucede es un grupo de fenómenos seleccionados y reunidos por un ser que interpreta. F. Nietzsche. Filosofía General
Evento y la suavidad del más elevado dominio, que no requiere poder ni “lucha”, sino originaria con-frontación. El reinar sin-violencia. M. Heidegger. La historia del ser

La hermenéutica es hoy lo que para el pensamiento occidental fue en los años ´50/´60 el marxismo y en los ´60/´70 el estructuralismo. En la edad de las imágenes del mundo, de los mass media, de la opinión pública y su inevitable conflicto, emerge el método hermenéutico, en el cual la interpretación del evento no está dirigida por una estructura estable del ser que pueda reflejarse en proposiciones, sino que se da desde múltiples horizontes y universos culturales, dentro de los cuales acaecen experiencias de verdad e interpretaciones diversas, de allí que este método consista en estudiar el mundo con apertura, humildad y prudencia. La hermenéutica no aspira, a diferencia de las ciencias, a explicar el mundo, se conforma con comprenderlo, es decir, con alcanzar una perspectiva coherente del mismo, que no pretende ser ni única ni definitiva. Gianni Vattimo, siguiendo el pensamiento de Martin Heidegger (1889-1976), dice que la organización tecnológica del mundo ha vuelto obsoleto pensar al ser en términos de estructuras y fundamentos. Desde esta perspectiva el ser-ahí es un proyecto arrojado que obtiene las posibilidades de su existencia a partir de su arrojamiento. El ser no es, acaece, teniendo en su horizonte la muerte. El desencanto que caracteriza nuestra época se funda en la toma de conciencia sobre el hecho de que no hay estructuras, leyes, ni valores objetivos. Esto impone asumir la responsabilidad de la creación del sentido, que se configura también como una opción por la no violencia, en la medida en que si no hay un fundamento que imponga someterse a un orden objetivo dado, cualquier pretensión de establecer un sistema que domine sobre los demás resulta violenta. Entonces, este desencanto tiene como exigencia ética el salir de la violencia y esta exigencia no puede fundarse exclusivamente en la razón. El desvelamiento de la violencia que caracterizó los procesos históricos muestra el mero interés por la supervivencia, “el desconsuelo crece con el afán de encontrar en un consuelo la realización y ocupación de la “vida”, afán que se nutre de la opinión de que la “vida” es, sea mentada “aquende” o “allende”, la única y más elevada forma del ser que el hombre pudiera poseer” . En este sentido, la ética hermenéutica es la capacidad de trascender la lógica de la lucha por la vida en tanto tiene como base una ontología del aligeramiento y la disolución. Pero la dificultad de la ética reside en que si no hay fundamentos es de orden no ya racional sino espiritual. No hay conceptos capaces de explicarla Sobre la ética, Wittgenstein dice que es inexpresable por ser una aspiración del espíritu. No es el lenguaje su lugar natural puesto que las proposiciones describen hechos y la ética es una dirección del espíritu, la de arremeter contra los límites del lenguaje, pero la tendencia, el arremeter, apunta hacia algo. Por esto, la ética es mística, y toda formulación que podamos hacer de una experiencia mística carece de sentido, pues va más allá del espacio lógico. La ética no se puede enseñar, es algo que se muestra en el mundo pero de lo cual no puede hablarse. Ésta es la única forma de hacer filosofía, la de mostrar los límites del discurso con sentido. En su Diario filosófico escribió: “Una vida buena... es el mundo visto sub specie aeternitatis... El modo ordinario de mirar ve, por así decirlo, los objetos desde su medio. La óptica sub specie aeternitatis ve los objetos desde fuera, de modo que tienen el mundo entero como trasfondo. La voluntad es una toma de posición del sujeto frente al mundo. Sólo sé que debo seguir este camino. Hay cosas que no puedo hacer sin sentirme avergonzado. Esto es parte de cómo considero yo la vida, lo que reconozco que debo alcanzar” .


Conclusión


Toda interpretación tiene como substrato una concepción ontológica.

La concepción del hombre basada en la supremacía de la razón ha legitimado violentas prácticas en nombre del “progreso científico” y en el afán de pertenencia a ese discurso.

Entonces, no es la ética deontológica la que supone una opción por la no violencia, sino una ética no separada de la filosofía, en tanto supone una ontología, una exigencia ontológica.

El psicoanálisis, en tanto método de cura del sujeto, ha separado los problemas de la psicología, de los problemas de la filosofía y de la ética.

¿Es suficiente en dirección de la cura la pregunta ¿has actuado en conformidad con el deseo que te habita? ¿Deviene de esta experiencia un sujeto ético? La pregunta por la ética es insoslayable en tiempos en los que la caída de los valores que sustentaban las comunidades y sus discursos, demuestra que el desierto sigue creciendo.

Acaso la ontología posmetafisica, que concibe al ser-ahí como proyecto arrojado, y que supone una ética de la finitud y del respeto por la diversidad, no fundada en proposiciones de orden moral, religioso o doctrinal, sino en el más allá del principio lógico de la lucha por la vida, encauce hacia una posición ética. La vida no supone lucha sino arrojamiento.

Desde esta posición de movilidad constante, de aligeramiento y de disolución, la interpretación que podamos dar en tanto evento, del mundo en general, y de la cura en particular, se dirige desde y hacia otro lugar.


Bibliografía


Heidegger, Martin. La historia del ser. Traducción Dina V. Picotti. Buenos Aires: El Hilo de Ariadna: Biblioteca Internacional Martin Heidegger, 2011 Vattimo, Gianni. Ética de la interpretación. Traducción Teresa Oñate. Buenos Aires: Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 1991 Pietrafesa, Luis B. Federico Nietzsche. Aforismos. Buenos Aires: Enrique Santiago Rueda / Editor, 1987 Golcman, Alejandra. El trabajo clínico psiquiátrico en el Buenos Aires del siglo XX. Madrid: Catarata, 2017 Bergson, Henri. El pensamiento y lo moviente. Traducción Pablo Ires. Buenos Aires: Cactus, 2013 Wittgenstein, Ludwig. Tractatus logico-philosophicus. Versión española de Enrique Tierno Galván. Madrid: Alianza Editorial, S. A., 1973 Wittgenstein, Ludwig. Conferencia sobre Ética. Con “Notas de las conversaciones con Wittgenstein” de Friedrich Waismann y “Acerca de la concepción wittgensteiniana de la ética” de Rush Rhees. Edición electrónica de www.philosophia.cl Escuela de Filosofía Universidad ARCIS.En: http://www.philosophia.cl/biblioteca/Wittgenstein/conferencia.pdf


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